En el primer episodio de la nueva temporada de Black Mirror, "Common People", Mike y Amanda reciben la peor noticia de sus vidas cuando ella es diagnosticada con un tumor cerebral.

Para salvarla, recurren a una empresa tecnológica que reemplaza la parte dañada de su cerebro por tejido sintético gestionado a través de la nube. Aunque la cirugía es gratuita, mantener a Amanda consciente y viva requiere una costosa suscripción mensual. Poco a poco, Mike pierde el control de su vida, esclavizado por pagos cada vez más exigentes para mantener viva a Amanda, cuya conciencia termina siendo controlada por una empresa.
Ahora imagina que te despiertas una mañana cualquiera, como Mike, con la certeza de que tienes control sobre tu vida. Vas al trabajo, cumples con tus responsabilidades, crees que tu esfuerzo es lo que determina tu futuro.
Pero un día, de repente, algo cambia.
Aparece el euro digital. Te lo presentan como una solución, una comodidad: más seguro, más fácil, más moderno.
Lo aceptas, claro, porque confías, porque te dicen que no hay otra opción viable.
Pero pronto comienzas a notar pequeñas limitaciones.
Primero, solo ciertas compras están permitidas, después te dicen que tu saldo caduca si no lo gastas. Cada transacción queda registrada, analizada, monitorizada. Te acostumbras rápido, no queda más remedio.
Luego vienen las suscripciones obligatorias para usar tu dinero, para mantener tu propia libertad económica. Igual que Mike pagando mes a mes para mantener la conciencia de Amanda en la nube, te ves pagando, con tu propio dinero digital, para conservar tus derechos, tus libertades básicas.

Te das cuenta demasiado tarde de que dependes completamente del sistema.
Si no cumples ciertas condiciones, tu acceso se restringe.
Tu dinero deja de ser tuyo; ahora es un permiso, un privilegio temporal, condicionado. Igual que Amanda, controlada remotamente, que dejó de ser dueña de su propia vida.
De repente, ya no vives como quieres; funcionas dentro de los parámetros que otros definen para ti.
¿Quieres protestar, rebelarte, elegir otro camino? Demasiado tarde.
El sistema te ha encerrado suavemente, casi sin que te dieras cuenta, en un panóptico, una cárcel invisible hecha de comodidad y tecnología.
Ese es el verdadero riesgo.
No el euro digital en sí, sino el poder que concedes cuando renuncias a decidir por ti mismo, cuando permites que otros administren tu vida desde la nube.
Como Amanda, como Mike, podrías descubrir demasiado tarde que perdiste algo más que el dinero: perdiste tu libertad.